Aunque pueda parecer una utopía, las urbes vuelven a sus orígenes. No os asustéis, no lo decimos en el sentido literal de la palabra, sino en su esencia: recuperar los tan preciados y necesitados espacios verdes. Los jardines verticales, conocidos también como green walls, se revelan, desde ya hace unos años, como la mejor opción para devolver a la ciudad ese color verde de antaño.
Y hablar de jardín vertical es hablar de Patrick Blanc. Este botánico francés, investigador del Centre National de la Recherche Scientifique de Francia, revolucionó la arquitectura moderna y el paisajismo con la creación de los muros vegetales. El primero lo realizó en su propia habitación en 1977, después de observar la flora del sotobosque tropical. Sin embargo, no fue hasta1988 cuando realizó el primer jardín vertical público en el museo La Villette de París.
De eso han pasado casi treinta años y, paulatinamente, la construcción de los jardines verticales ha ido creciendo hasta adueñarse de puentes, autopistas, hoteles, bares cosmopolitas e incluso sedes corporativas, como la Swiss Re en Munich (Alemania), recubierta de florida vegetación a partir del sistema de fijación GREEN CABLE de Carl Stahl.
Jardín vertical: el compromiso con el planeta
Una corriente trendy que se ha democratizado debido a la proliferación de múltiples sistemas de construcción. Su reclamo no solo se debe a su atractivo e innovador diseño, que embellece el gris oscuro de los bloques de cemento creando espectáculos visuales únicos, sobre todo ahora en primavera. Los muros vegetales reducen el consumo de energía del edificio, debido a sus propiedades aislantes. Un aspecto que no ha pasado desapercibido en los países nórdicos, quienes aprovechan este tipo de sistemas de construcción para conservar el calor del hogar en invierno.
Además, los jardines verticales promueven un entorno saludable, ya que las enredaderas, que trepan por las piezas de aluminio colocadas de forma estratégica en la pared, atrapan las partículas contaminantes que hay expuestas en el aire. No hay excusas, la instalación de muros vegetales es ya apta para todos los bolsillos. Así que ¡manos a la obra, volvemos a la selva!