Practicar actividades deportivas en la naturaleza sin duda implica aventura, riesgo y una alta dosis de adrenalina. Pero sea cual sea el deporte escogido siempre debe ir acompañado de otro elemento: la seguridad. La visita o exploración de cuevas es una actividad que en los últimos años ha ido ganando terreno y obliga a los que la practican a tener en cuenta algunas reglas.
Ya sean cuevas de fácil acceso, sin agua, como espacios donde se practique la espeleología, siempre es importante tener en mente estas 5 reglas básicas de seguridad:
1. Estar en buena condición física.
2. Acceder a la cueva en grupo.
3. Notificar a alguien de confianza en qué cueva se estará y sobre qué hora.
4. Llevar suficiente agua y comida, una fuente de iluminación y un botiquín para emergencias.
5. Y por último, utilizar siempre el sentido común.
Ubicada en las montañas de Harz, la cordillera más alta de Alemania, la Hermannshöhle (cueva de Hermann) de Rübeland es una de las cuevas más espectaculares de la zona. Cuenta con tres niveles, pero solo dos de ellos son visitables, ya que el nivel más bajo se encuentra bajo el agua y no está abierto al público general. En el nivel medio de la cueva se encuentra una de las zonas más destacadas, la Kristallkammer (cámara de cristal). Con el paso de los años, el agua y la humedad han facilitado el crecimiento de estalactitas, estalagmitas y cristales de calcita puros, que no dejan a sus visitantes indiferentes.
Tanto para evitar que puedan herir a alguien como para protegerlas de la excesiva curiosidad de algunos visitantes, se decidió colocar una malla de protección de acero inoxidable X-TEND de Carl Stahl. Su estructura transparente permite una visión sin obstáculos de esta maravilla de la naturaleza a la vez que permite ejercer su función principal de seguridad.
La parte más alta de la cueva contiene otro tesoro: verdaderos huesos de osos. Cuando empezaron los primeros trabajos de exploración en la cueva, en 1887, se encontraron infinidad de ellos. La visita a la cueva ofrece la reconstrucción de un esqueleto de un auténtico oso de la cordillera Harz. Para culminar la visita, en el punto más alto del recorrido se encuentra un lago artificial, donde según afirman los expertos habitan los olms (Proteus anguinus), un anfibio originario de Eslovenia, que fue colocado en esta cueva en la década de 1930.